El protocolo, el cual nace del trabajo conjunto del Ministerio de la Presidencia y del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, enfatisa en medidas como el distanciamiento social, el uso de mascarillas, la ampliación de las condiciones higiénicas o el refuerzo de las medidas sanitarias, este protocolo sectorial para el turismo recoge un extenso número de medidas higiénico-sanitarias y de prevención para todo tipo de escenarios dentro de la hostelería, el ocio, los transportes y la restauración.
Según el documento, todos los huéspedes deben someterse a un control de salud a la llegada a sus alojamientos, el cual incluye control de temperatura y una declaración de “salud y viaje” en la que el pasajero se compromete a informar de cualquier síntoma o de si han tenido contacto directo con personas diagnosticadas de COVID-19.
Habitaciones aisladas y áreas comunes
En las zonas comunes, todos los alojamientos deben disponer de alcohol en gel, así como intensificar la limpieza y desinfección de las áreas, garantizar una adecuada ventilación de los espacios y hacer cumplir todas las normas de distanciamiento social en las zonas comunes, piscinas y playas privadas. Las actividades de entretenimiento sólo se realizarán si se puede cumplir con la distancia interpersonal.
Para asegurar una pronta actuación ante posibles casos o ya confirmados, todos los alojamientos deben disponer de un número determinado de habitaciones aisladas del resto que permita la atención de tales pacientes. Además todos los hoteles, deben contar con una estación médica con, al menos, un profesional sanitario cualificado.
Bares y restaurantes
El protocolo también comprende medidas para bares y restaurantes. Hasta el 24 de agosto sólo podrán abrir aquellos que dispongan de mesas en áreas abiertas de ventilación natural, y deben hacerlo cumpliendo todas las normas de desinfección, de seguridad alimentaria y aquellas generales de distanciamiento entre personas.
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